Tuesday, May 29, 2012

Anza-Borrego Desert State Park, Borrego Sping, CA

Quizá el desierto más famoso del Sud de California sea el Death Valley pero si uno indaga pronto descubre que hay más joyas desérticas por la zona: un ejemplo es el Palm Canyon.
Saltándome deliberadamente la convención de empezar explicando las cosas por el principio, empezaré mostrando unas cuantas fotos de uno de los animales más fascinantes de California y, desafortunadamente considerado aún endangered specie (en peligro de extinción): el Bighorn Sheep. Estos animales se camuflan a la perfección entre las rocas del cañón y son muy difíciles de encontrar. De ahí mi excitación de haber disfrutado de este extraordinario encuentro. Se trata de un macho aislado que ha bajado a pastar por la escasa vegetación del valle del cañón. Aunque las hembras también tienen cuernos, no son, ni de lejos, tan espectaculares como los de este macho. La primera foto muestra cuando lo vimos de lejos y luego, una vez me acerqué. Podía haberme acercado más, ya que el animal parecía tolerarme bastante bien pero no fui avariciosa y decidí respetar su tranquila merienda. Nos observamos durante bastante rato, a penas separados por apenas 10 metros. Me mantuve de pie sobre las rocas más altas para estar visible y no ponerle nervioso y en los momentos que me moví, rodeándolo, evitaba mirarle directamente o estar en terreno oculto. La estrategia funcionó bastante bien, ya que al final fui yo quien abandonó la zona y no el animal el que decidió abandonar lo que estaba haciendo.
Estos encuentros, para mi, han dejado de ser la excitante experiencia turística del principio y he llegado a sentirme más y más "en comunidad" con estos animales. Cada momento que uno puede pasar cerca de uno de estos seres, siendo aceptado en su proximidad, es un regalo indescriptible. Él decide cuanto dura el show y uno tiene que respetarlo y no acosarlo, al fin y al cabo estás en su casa.
El hiking hasta el Borrego Palm Oasis, uno de los oasis más grandes de California, son 3 millas entre ida y vuelta (unos 5 km). No es gran cosa pero si se le añade el hecho de que el camino va subiendo entre las rocas de un cañón bajo el ardiente sol de mayo, la cosa se vuelve algo más emocionante y si, además, uno le añade que a continuación teníamos que emprender un terrible viaje de vuelta de casi 9 horas de carretera (sin contar paradas), la cosa ya tiene emoción.
Empezamos el hiking a las 7:30 y llegamos hasta el espectacular Borrego Palm Oasis donde una de las ideas era acampar el tiempo que hiciera falta a la sombra hasta que algún sheep se rindiera al sol y bajara a beber agua desde lo alto del cañón. No hubo suerte, ya que entre la gente que había por allá había una familia con niños obsesionados con buscar ranas en el oasis, que podían oírse hablar y reír desde varias millas a la redonda. Lo cual es una espléndida actividad para disfrutar de una relajada excursión familiar pero, estoy segura, que tiene que ahuyentar a todos los animales de la zona.

Estas son algunas fotos del oasis y del desierto.
A parte de algunos lagartos (lizards), libélulas y algunos pájaros no vimos nada. Ni siquiera divisamos movimiento en lo alto de las rocosas laderas del cañón. Empezábamos a aceptar deportivamente la derrota y rendirnos a la evidencia de que cuanto más tiempo esperáramos más dolorosa sería el viaje de regreso hasta la Bay Area (las casi 9 horas de carretera que nos esperaban). Fue en el momento más inesperado que un par de excursionistas nos dijo que habían visto a lo lejos un ejemplar de Bighorn más alante a unos 50 metros.
 En ese momento salimos del trail y empezamos a caminar entre las rocas, desviándonos hacia un lado: "¿será a este lado?" "¿llegaremos a tiempo?".... En fin, el resultado es lo que ya habéis visto.
Algunas fotos de lizards y libélulas tomadas mientras esperábamos en el oasis.
Otro entrañable animal que vimos fue el Desert Cottontail Rabbit. Este conejo es mucho más adorables que los que hemos visto en el campo. Pequeños, inquietos y con cola que parece hecha de algodón, como su nombre indica, parecían aparecer y desaparecer casi por arte de magia sobre los matorrales del desierto.
Por suerte en el exterior del hotel que estuvimos (que curiosamente nos enteramos que en los años 60 (?) parece que fue lugar favorito de varias estrellas de cine como Marilyn Monroe o Clark Gable, más tarde se incendió y fue reformado intentando mantener parte del glamour) se había asentado una pequeña población de conejos, un poco menos tímida (no mucho menos, pero lo justo para poder enfoca y disparar la cámara). Eso si, fotografiarles la divertida cola era tarea casi imposible porque en el momento que la veías era porque el animal había puesto "pies en polvorosa" (literalmente). Casi lo consigo en las dos últimas... :)
Eso fue el final de la parte agradable del viaje. Lo desagradable fue la vuelta.
Hay, básicamente dos maneras de viajar de SF a LA y viceversa. Por la 1, que es la "Scenic Route" que recorre la costa y es una de las mejores experiencias que uno puede tener al volante: Pebble Beach, Monterey, Cambria, Piedras Blancas, Morro Bay ... Laguna Beach.... you name it! Las mejores vistas a las playas de California, desde la parte rocosa hasta las de arena del sud ... una fantasía para los que tienen un descapotable o les gusta hacer millas lejos de la civilización con paisaje de mar! La parte mala es que la duración del viaje se alarga hasta extremos que no nos podíamos plantear...

La 5 es otra historia...de terror! Ha todo el mundo le he explicado lo increíblemente espectacular que es conducir por USA: carreteras de desierto, de montaña imposible...no importa. La mayoría de las veces el asfalto está inmaculado (especialmente en los parques naturales por muy abrupto que sea el entorno). En las ciudades las autopistas se unen y se separan con total fluidez y no es extraño encontrarte en autopistas con más de 5 carriles.
La 5 es otra historia...de terror! Aun tengo escalofríos. Por un lado son casi 300 millas de línea recta desde LA a Sacramento, pero ¡hasta las carreteras del desierto son más emocionantes!. Aquí el paisaje si no está tapado por un muro gris es un aburrido montón de matorrales secos. Por si fuera poco, con solo dos carriles, la autopista se llena de americanos impacientes que intentan regresar a sus casas y alrededor hay la "nada" más absoluta. Cada ciertas millas alguna salida clónica a la anterior donde las únicas opciones es un McDonals, un Denny's, un Taco Bell o... un tiro en la sien (al menos te dejan escoger la manera de morir).
Por supuesto, el ingrediente más divertido son los millares de americanos al volante que se acumulan en la carretera. Si aquí no hay más accidentes es porque las autopistas, en general, son de película (sí, sí, excepto la 5). Hemos visto de todo en la carretera. Porque los americanos ¡tendrán muchas cosas buenas (tecnología punta, freedom of speech, etc)!  pero en la carretera, un número considerable de ellos, son un poco "cafres" (con cariño). Un ejemplo reciente, el otro día en downtown había un cartel entre los dos sentidos de una carretera que indicaba que estaba prohibido hacer U-turn, o sea cambio de sentido (que aquí se permite en muchas ocasiones), un "inofensivo" y "apacible" conductor de un pick-up, no sólo desobedeció descaradamente la señal sino que literalmente, y deliberadamente, pasó por encima de ella, dejándola doblada en medio de la calle como diciendo: "¿señal?¿qué señal?" (ya lo dice el dicho "out of sight, out of mind" que es la traducción de "ojos que no ven, corazón que no siente" o como se diga). En otra ocasión un par de jóvenes tuvieron que parar el vehículo en la autopista, otro pick-up, porque el sillón que estaban transportando se les había caído en medio del asfalto (cosas que pasan) mientras avanzaban a toda velocidad. Porque esa es otra, con los pick-ups se llevan la casa a cuestas y desafían cualquier tipo de obstáculo. Gente conduciendo con un pie por la ventanilla del vehículo (automático, espero) o haciendo 4 cambios de carril sin intermitente porque se ha pasado la salida, etc, etc, etc es lo más normal del mundo. Con todo esto, encontrarte durante 9 horas rodeado de "impacientes americanos" al volante y tragándote 2 caravanas no es la situación más agradable. Después de 7 horas (aún quedaban un par) acabé con algo parecido a un ataque de "claustrofobia" y "ansiedad". Todo un reto.
En fin, todo esto es ya historia. Ahora solo quedan los buenos recuerdos y las ganas de recuperar el sueño :)

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