Un año más habíamos comprado entradas para ir a ver el Nutcracker, uno de los ballets que típicamente se representan por estas fechas navideñas. Eso sin tener en cuenta que Tchaikovsky es uno de mis compositores clásicos favoritos (no es que sea una erudita en el tema de la música clásica por lo que mi "devoción" por la música de Tchaikovsky - así como Strauss, Mozart, Wagner y Puccini - se hace aún más notoria en mi casa. Así que Omer se apiadó de mi y me concedió este pequeño caprichito en estas épocas nadalencas (o quizá por mi avanzado embarazo :-)
El año pasado teníamos las entradas justo para el mismo día que volvíamos del viaje de Klamath (donde habíamos estado persiguiendo como desesperados a las Bald Eagles) pero tuvimos un incidente en la autopista (la correa de distribución de nuestro antiguo coche decidió romperse mientras yo conducía por la autopista rodeada de camiones, justo antes de iniciar una pendiente) lo que nos hizo tener que perder bastantes horas en uno de los pocos talleres que abrían por esas fechas. Si tenemos en cuenta que el coche ya había ido parándose cada pocos km por un problema de fusibles, que llevábamos una mascota de polizón que no es bienvenida en California y habíamos tenido que coger un detour por un campo de lechugas para evitar un registro fronterizo, etc se puede considerar que el día en si tuvo suficiente emoción. Pero por supuesto no llegamos a tiempo de llegar al teatro de San Francisco, por no hablar de las condiciones físicas y mentales.
Este año nos decidimos por el ballet de San Jose, más cerca de casa, menos posibles riesgos. Es una suerte que hayan tantas opciones de treatro al alcance!!! Aún así estuvimos a punto de no llegar, debido a una imprevista caravana de coches y que no es demasiado fácil "echar una carrera" cuando una lleva tacones y está en estado de más de 8 meses y medio. Al final lo conseguimos y, como de costumbre en este teatro, la representación no decepcionó en absoluto.
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