No nos han reclutado (todavía). Era 4 de Julio (Independence Day, día de la independencia) y daba la casualidad que estábamos en Tillamook, OR, donde además de tener una fábrica de queso Cheddar también tienen un museo del aire, por lo que, ¿por que no? El museo está instalado en un hangar de zepelines (no es coña) que pasa por ser la estructura de madera más grande del mundo, y que fue construida durante la segunda guerra mundial para servir de base a los zepelines que protegían la costa oeste de Estados Unidos de posibles ataques japoneses. Un vídeo patriótico en el museo nos explicó como los valientes madereros de Tillamook construyeron dos edificios como este en menos de dos años.
Pero cuando acabó la guerra y, con ella, el uso militar de los globitos, los hangares de madera más grandes del mundo no debieron parecer algo demasiado útil al ejército, que los acabó regalando al ayuntamiento. Durante unos años se utilizaron para procesar madera (la tala de árboles y la preparación de la madera era la principal industria de Oregon) pero este uso también fue decayendo. A principios de los noventa, estando los dos hangares estaban abandonados, se declaró un fuego en uno de ellos que lo destruyó por completo. Poca historia, y encima la quemamos, debieron pensar los habitantes de Tillamook: de algún modo, consiguieron convertir el restante hangar en una atracción turística, transformándolo en un museo del aire.
Había aviones de todas las épocas, desde la primera guerra mundial hasta los recientes F-14. En varios de ellos podías ver la cabina y la verdad es que impresionaba bastante.
Un Me-109, del mismo modelo que participó en la guerra civil española (el que había en el museo estaba decorado con símbolos del ejército alemán, incluyendo una svástica). Incluso un MIG-17 ruso, fabricado en Polonia y que (tal vez) luchara en Vietnam contra los aviones norteamericanos. La mayoría de los aviones eran de colecciones privadas, comprados cuando ya no eran operativos y restaurados.
Y, para cubrir todos los gustos, tambié se incluían varios aviones con pinturas de "pin-ups", es decir, mujeres jóvenes ligeras de ropa y en poses sugerentes. Este arte se empezó a hacer popular en la II Guerra Mundial y, aunque intentó prohibirse, se extendió con bastante rapidez.
A parte de aviones, el museo también incluía algunos pocos vehículos de guerra y algunas piezas del interior del avion (motores, hélices, etc) como exposición.
Por último, varias cabinas de entrenamiento, en las que era posible subir y hacer ver que pilotabas algo.
Al salir del museo paramos a comprar un poco de queso, embutido y salmón ahumado, que nos comeríamos más tarde en una playa. De hecho, visitamos dos, la segunda de las cuales en Warrenton (todavía en Oregon) donde sabíamos de la existencia de los restos de un naufragio (Peter Iredale shipwreck),
Y, para ser sinceros al viaje, ahora tocarían cuarenta fotos de paisaje verde, porque las siguientes 3 horas las pasamos en Washington (la ciudad no, el estado), en el medio de la nada. Árboles, árboles, algún lago y, ocasionalmente, el mar. Pero como los siguientes días estaremos por aquí, ya daremos más detalles de este estado.
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