Este no es el casino, es el Neuschwanstein de verdad. La verdad es que el propio Neuschwanstein ya parece sacado de una historia medieval fantástica: fue construido por el rey bávaro Ludwig II, que buscaba el lugar perfecto para escuchar las óperas de Wagner y que encargó el diseño del castillo a mediados del siglo XIX a Christian Jank, un diseñador de decorados de ópera. No es de extrañar que el rey fuera dado por loco (eso y que miles de personas murieran construyendolo en lo alto de una montaña) pero de su poco afortunado reinado salió quizá una de las joyas arquitectónicas más impresionantes de la Europa "medieval". Los americanos, que no tienen de estas cosas, han tratado de usarlo como inspiración en varios sitios: como el castillo de la Bella Durmiente en Disneyland (CA) y el Excalibur Hotel.
Por lo tanto, cuando te hartas de tu hotel-casino, solo hay que dar una vuelta para ver como son los restantes hoteles-casino de la zona: el Luxor (egipcio), el MGM Grand (lujo tipo Hollywood), el Venetian (pues eso), el Bellagio (riviera francesa), el New York (lo mismo), el Caesar's Palace (Roma imperial), the Mirage (no sabría decir muy bien la temática... espejismos? tienen un volcán en la puerta de entrada, y un parque acuático con delfines). Nunca hay ningún impedimento para entrar en ningún lugar de ningún hotel, aunque no seas cliente (bueno, tal vez las piscinas... aunque tampoco lo intentamos).
El Bellagio es famoso por sus fuentes musicales (algunas fotos) y por su buffet libre (que, como pudimos comprobar, tampoco es nada del otro mundo, aunque la relación calidad precio está bien). El Bellagio pasaba por ser uno de los hoteles más caros y exclusivos, para la verdad es que (en ese aspecto) decepciona bastante: por ejemplo, ¡nos dejaron entrar!
La tercera noche la pasamos en el Caesar's Palace.
El sitio era enorme (cada vez que queríamos coger el coche, teníamos que contar 15 minutos caminando desde la habitación hasta el parking del hotel), y estaba bastante bien ambientado por dentro, con estatuas de la roma clásica, y alguna que otra escultura fuera de época, pero que no acaba de desentonar: como el David de Michelangelo de época renacentisca o la Fontana di Trevi de época barroca.
Hay que decir que aunque las originales son muchisimo más impresionantes, las réplicas no están nada mal y ayudan a recrear el "ambientillo" que debería ser estar dentro de un palacete romano. Está todo tan repleto de detalles y aparente lujo que uno ya deja de fotografiar.
El último día, antes de partir, decidimos darnos un chapuzón en las piscinas (perdón, las termas) del Caesar's Palace.
Para quien le guste tomar el sol y nadar, vale la pena coger una noche de hotel únicamente para disfrutar de la zona acuática (4 piscinas gratuitas, 1 de pago, con socorristas por todas partes). Eso sí, hay que andarse con ojo: viendo que las tumbonas más sencillas estaban siendo ocupadas, pero que los sillonazos al lado de la piscina estaban libres, preguntamos a uno de los socorristas si es que era necesario reservarlos. Nos respondió que no era necesario reservarlos, pero que había que alquilarlos: 200$ por sofa. Le pedimos que nos repitiera el precio, por si habíamos entendido mal. No, no habíamos entendido mal, y nos pasamos los siguientes 5 minutos riendo (y vigilando donde poníamos la toalla, no fuera que nos cobraran algo).
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